El alcalde Jaume Mestre ha tenido que intervenir y poner paz entre
los colectivos de ecuatorianos y magrebíes que viven en el pueblo
porque últimamente las borracheras de fin de semana acababan con
peleas en las calles. El problema reside en que los ecuatorianos
beben cerveza hasta emborracharse, lo que en ocasiones provoca
incidentes con los magrebíes que acostumbran a sentarse en la
plaza. Estos últimos explican que para defender su honor no pueden
hacer oídos sordos a los insultos sino que deben pelearse.
La semana pasada, el Consistorio reunió a los representantes de
ambas etnias para informarles que en Maria se deben de «cumplir las
reglas del juego». De entrada, los representantes municipales no
tienen intención de adoptar una actitud represiva: «No les pedimos
los papeles porque creo que todo el mundo ha de poder residir allí
donde quiere vivir. Pero, les informamos que nos mantendremos
firmes y si nos vemos obligados a deportar a alguien...», dijo
Mestre.
Es por este motivo que algunos de los inmigrantes no han dudado
en recoger sus bártulos e irse. Otros, han entendido el mensaje y
han respondido afirmando que se portarán «mejor que nunca» y el
lunes pasado se presentaron puntuales a sus respectivos trabajos
mientras antes llegaban tarde o no iban debido a la resaca.
A la reunión con el alcalde sólo comparecieron 23 ecuatorianos y
20 magrebies, ninguno de los conflictivos. Actualmente hay 254
ecuatorianos empadronados en Maria. El pasado fin de semana, el
Ajuntament, que sólo cuenta con un policía, pidió dos efectivos de
refuerzo. Un servicio por el que pagó 75.000 pesetas, cantidad que
deberá volver a pagar el próximo fin de semana porque las aguas
siguen revueltas.
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