Pollença, Alcúdia y Santa Margalida seguían ayer sumidas en un
auténtico caos provocado por árboles y ramas caídas sobre las
calzadas, carreteras cortadas, señales de tráfico arrancadas,
decenas de barcos hundidos o a la deriva, toneladas de arena
desplazadas de la playa a las aceras y calles, y vallas y paredes
destartaladas.
Concretamente en Pollença, fueron las zonas del Moll y la Cala
de Sant Vicenç las más castigadas por el temporal. La alcaldesa de
la localidad, Francisca Ramon, señaló que a día de ayer era
imposible realizar una valoración ni siquiera aproximada de los
daños provocados y dijo que «el Ajuntament encargará a una empresa
privada la valoración exhaustiva de los daños», que, predijo,
«serán «multimillonarios». Ramon calificó de «catastrófica» la
situación y agradeció las tareas llevadas a cabo por el personal de
la Sala durante el temporal.
En Alcúdia, la zonas de Bonaire y el puerto deportivo del
Cocodrilo fueron, sin duda, las que más sufrieron los efectos de la
fuerte lluvia y los vientos huracanados. Los vecinos de la zona
llevaban al cierre de esta edición más de 48 horas sin luz y 24 sin
agua. Mientras, en el puerto siguen desaparecidos varios barcos. Un
grupo de militares retiró ayer los árboles caídos en la carretera
de La Victòria.
El temporal castigó con especial dureza la zona agrícola de sa
Pobla, en donde las primeras valoraciones de daños alcanzan ya los
900 millones de pesetas. Los representantes de las empresas y
cooperativas del sector se reunieron ayer con los responsables
municipales y anunciaron que peligra seriamente toda la campaña de
patata destinada a la exportación. Además se ha perdido toda la
producción de hortalizas y verduras.
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