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L.QUINTANA
Un año más, Valldemossa celebró la procesión de la reliquia de Santa Catalina Tomàs. Las calles de la localidad se llenaron de cientos de personas que no quisieron perderse una tarde de fiesta, de colorido y tradición. La tranquilidad de la jornada dominical se quebrantó a partir de las siete de la tarde. Los primeros curiosos ya paseaban por los alrededores de la Cartoixa y, otros, más tranquilos, preferían esperar a que comenzase el evento sentados en las abarrotadas terrazas. Mientras, en la Cartoixa esperaba Antoni Dols, párroco encargado de oficiar la misa previa a la procesión. En el interior todo estaba preparado para acoger a los visitantes; flores y sillas adicionales daban un aire distinto a este precioso lugar que, por primera vez y debido a las obras en la iglesia, acogía esta eucaristía.

Quedaba menos de media hora para las ocho, momento de la misa, cuando empezaron a llegar los valldemossins vestidos de payeses. Catalina Carbonell, «Beateta» de este año llegó acompañada de sus padres. Vestida guapísima de payesa, un poco tímida esbozaba sonrisas a las cámaras de fotos y, entre pose y pose, comentó estar muy contenta de ser la «Beateta» y poder desfilar en la procesión junto a los ángeles. Y es que a sus seis años, Catalina es ya toda una celebridad para todos sus paisanos. Después fue el turno de Margalida Amengual, valldemossina de doce años, que representó con gran soltura su papel de «S'Hereva». Ya comenzada la misa, apareció Rosa Estaràs, vicepresidenta del Govern y edil del Ajuntament, acompañada de su hijo, su hermana y sobrinos. Como buena valldemossina se vistió de payesa y, muy sonriente, hablaba con unos y con otros, porque, como dicen los seguidores de este acontecimiento, el día de ayer era motivo de alegría y reunión para conmemorar a la santa.

La eucaristía terminó media hora después. Y comenzó la procesión. La banda de música encabezaba el séquito. Tras las banderas, desfilaba la «s'Hereva» acompañada de sus damas de honor. Después, la santa y, a continuación, el turno de las autoridades, entre ellas el alcalde de la localidad y la ya mencionada Rosa Estarás. A ellos les seguía la pequeña Catalina, rodeada de unos simpáticos angelitos que daban el toque gracioso a la procesión. La reliquia de Santa Catalina apenas se veía entre la multitud y, tras ella, decenas de payeses y payesas cerraban el desfile. Durante una hora todo el séquito recorrió las calles de Valldemossa y, en torno a las 21,30 horas, de nuevo en la Cartoixa, se despidió esta tradicional procesión. Ya era tarde y tocaba descanso para que hoy, celebración de el carro, nadie se quede otra vez en casa.