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El colegio Simó Ballester de Manacor es sólo un ejemplo más de la saturación que padecen los centros docentes de la ciudad, un problema que está en vías de solución. El Ajuntament se comprometió a encontrar los solares para la construcción de dos nuevos centros escolares. Pero mientras persiste esta situación, colegios como el Simó Ballester, han decidido poner al mal tiempo buena cara (o buena mesa) y aprovechar la sobresaturación para educar a los más pequeños en la convivencia y el conocimiento de las diferentes culturas. La diversidad es una de las consecuencias más evidentes del aumento de escolares. De hecho, el 25 por ciento de los alumnos del Simó Ballester son inmigrantes procedentes de 13 países diferentes. Con este marco, ayer se celebró una jornada de cocina intercultural en que casi cada alumno presentó un plato de lo más variopinto y procedentes de la cultura culinaria de casi todos los continentes.

Desde una Bandeja Paisa (Colombia), Ramsemen (Marruecos), Emborrajados (Ecuador), Seviche (Perú) o unas Migas de Granada hasta un buen pa amb oli o trempó. Así hasta más de 400 platos que los escolares presentaron, contemplaron y degustaron en sus aulas.

«Después de reclamar más colegios, decidimos no dramatizar la situación y sacar la parte enriquecedora. Los alumnos se lo han tomado con mucha ilusión», explica Maria Pilar Fuster, la directora de un colegio que tiene un exceso de 140 alumnos y que ha pasado de dos a tres líneas de primaria.