En la Colònia de Sant Jordi apenas queda suelo libre edificable. El auge urbanístico de las últimas décadas no vino seguido de la previsión suficiente en cuanto a infraestructuras y servicios, y las consecuencias son evidentes cada fin de semana de verano en que la población roza los 20.000 habitantes.
Una de las cifras más alarmantes es la generación de residuos. A partir del primer fin de semana de julio, los residuos aumentaron en siete toneladas sobre la previsión y las cifras habituales. De hecho, la empresa encargada de la recogida -FCC- se vio obligada a doblar el servicio e intensificar los recursos técnicos y humanos pero aún así, la imagen que ofrecen los puntos de recogida evidencia que no es suficiente.
Las quejas vecinales por la mala imagen y olores de los residuos acumulados fuera de los contenedores a todas horas del día, se han disparado mientras los responsables políticos apelan al civismo de los usuarios sobre todo en lo referente a la hora de sacar la basura. Lo explica el presidente de la junta de distrito de la Colònia, Joan Bauçà, quien admite el «grave» problema.
«La empresa hace lo que puede pero la gente saca las basuras a todas horas cuando debe hacerse por la noche», explica Bauçà. El peor día es el domingo puesto que «la gente que viene a pasar el fin de semana se marcha a partir del mediodía y, claro, dejan la basura a cualquier hora». «Incluso hay gente que deja bolsas grandes de basura en las papeleras, es increíble», declara Bauçà quien no elude la responsabilidad municipal pero advierte: «Tenemos que ayudarnos entre todos, no podemos poner un vigilante o un policía detrás de cada persona para vigilar».
Otra polémica es la ubicación de los contenedores porque «todo el mundo quiere tenerlos cerca de casa pero nadie los quiere delante de la suya».
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