En determinados puntos de la bahía de Pollença, los niveles de estos elementos tóxicos superan los permitidos.

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L.M.
Un estudio supervisado por el IMEDEA a finales de 2006 ha detectado una elevada concentración de arsénico y de cadmio en el torrente de Sant Jordi y en la bahía de Pollença que supera, en algunos puntos, los límites naturales y legales permitidos.

Se trata de dos metales pesados a los que se atribuyen efectos de contaminación ambiental, toxicidad y ecotoxicidad. No sólo eso. Según el mismo estudio, el hecho cobra rellevancia porque «en el caso de que se encuentren concentraciones de estos elementos superiores a las habituales se convierten en un peligro para el medio, para la flora y la fauna e, incluso, para la salud humana».

Concretamente, este estudio, titulado «Análisis de las concentraciones de metales pesados en el torrente de Sant Jordi de Pollença. Efectos de los vertidos actuales e históricos del EDAR en el torrent», detalla que las acumulaciones de arsénico en el sedimento se dan, sobre todo, en la bahía de Pollença y en menor medida en la parte alta del torrente. Pero, aparte del subsuelo, los resultados de la analítica también revelan que este semimento se encuentra acumulado dentro del agua en cantidades «notablemente superiores a los límites naturales». Lo peor del caso, sin embargo, es que también ha localizado concentraciones de cadmio que «sobrepasan, ya no sólo los límites naturales, sino también los legales establecidos por la directiva 83/513/CEE». En el sedimento, su penetración aumenta de «forma gradual» desde la parte alta del torrente hacia la bahía.

Este análisis maneja distintas hipótesis para explicar las causas de esta contaminación ambiental. Por lo que se refiere al arsénico, lo atribuye a la existencia de una fuente histórica, cuyos restos permanecen en el interior del subsuelo. En cambio, la permanencia del cadmio podría estar causada por vertidos no controlados en la parte alta del torrente o por los efectos de aguas subterráneas.

El estudio es de Maria Cerdà, licenciada en Ciencias Ambientales, supervisado por Antonio Tovar, investigador del IMEDEA, y Xavier Domènech, profesor e investigador de la UAB.