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PEDRO AGUILO MORA
Xisco Femenías Calafat (PSOE) se convirtió ayer a las 12.23 horas en el primer alcalde socialista de Andratx tras una larga década de hegemonía conservadora. Ante una sala de plenos literalmente abarrotada, Femenías recogió la vara de mando del Ajuntament de Andratx gracias a los votos favorables a su investidura de su propio partido y de UM y PSM.

Tras un enfervorizado aplauso de todos los asistentes al acto de constitución del Consistorio, que sin embargo no suscribieron los siete concejales electos del PP, Xisco Femenías inició un sentido discurso que abrió con el firme propósito de «recuperar el honor y el buen nombre de Andratx» y posibilitar que todos los vecinos del municipio «puedan volver a sentirse orgullosos de ser andritxols».

Femenías anunció también que «se ha acabado el tiempo de las malas noticias y empieza el tiempo de la ilusión», en clara referencia a los casos de corrupción que han salpicado Andratx en los últimos meses. En este sentido, el nuevo alcalde denunció que «por culpa de unos pocos (en referencia a Eugenio Hidalgo y el resto de implicados en ecaso Andratx)» el municipio se ha convertido en la noticia negativa de la Isla». «Hemos tenido que avergonzarnos por las actuaciones de unos pocos que han buscado su beneficio, su lucro personal sin importarles ni los ciudadanos ni el pueblo», añadió. Tras su parlamento, el primer edil cedió la palabra al resto de portavoces de las distintas formaciones políticas representadas en el pleno, hecho que no ocurría desde 1987. El líder de la oposición, Jaume Porsell, no hizo concesión alguna al clima festivo y acusó al tripartito de haber hecho un pacto de «todos contra el PP» que tildó de «coalición de perdedores», ganándose así un sonoro abucheo. Ante tales palabras, Femenías contestó que el tripartito «no es un pacto de todos contra uno, sino consecuencia de uno (Hidalgo) contra todos».

Por su parte, la portavoz de UM, Isabel Alemany, sostuvo que es hora de «recuperar la confianza de los andritxols en los políticos», al tiempo que animó al PP a «hacer una oposición digna, al equipo de gobierno y no a las personas», concluyó.

Finalmente, Gabriel Puigserver (PSM), que lucía una florida ramita de albahaca (símbolo de la formación nacionalista) en el ojal de su chaqueta, dio las gracias al pueblo por haber posibilitado el cambio político.