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A.MATEU
Un pequeño grupo de nueve libertarios volvió ayer sa Dragonera para conmemorar la ocupación de la isla ahora hace justo treinta años. Aquella cita abrió una brecha que hizo movilizar la ciudadanía para pedir que el proyecto de urbanización a cargo de la constructora Pamesa se paralizara.

«Aquel siete de julio de 1977, éramos más de treinta los jóvenes que desembarcamos en Dragonera», explica Catalina, una de las ocupantes que ayer volvió a la isla. La ocupación de sa Dragonera duró 18 días, en los cuales, el contingente de los ocupantes fue cambiando. «Cuando veíamos la prensa, nos escondíamos. No queríamos salir en los diarios. Yo sólo tenía 17 años, y en mi casa no sabían que estaba aquí», explica otra «ocupa», que ayer también quiso conmemorar la fecha. «Ahora reímos, sin embargo entonces, no teníamos ganas de reir; teníamos miedo. Nos pensábamos que la Guardia Civil nos vendería a buscar de un momento a otro», explica esta misma mujer. El acto de ayer estuvo organizado por el GOB. De hecho, la actividad de esta entidad tan emblemática se debe, en parte, a aquel fenómeno. «El GOB, hasta entonces, tenía una actividad filantrópica y de estudio de la naturaleza», explica Aina Lleuger, miembro de la asociación. A partir de aquel momento, se posicionó y su actividad cambió. Adoptó un papel de movilización ciudadana en favor de las causas que amenazaban el medio ambiente.

«Aquel era un proyecto de gran envergadura. Habían proyectado construir quince 'aldeas turísticas', un puerto deportivo para 600 amarres y un helipuerto. La movilización ciudadana jugó un papel muy importante, dice Lleuger. «Hay quien sostiene que todo aquello fue una trama de Pamesa para presionar a las instituciones a que comprasen el islote. Yo, sin embargo, no me lo creo», dice Martí Mayol, el actual director del parque natural.