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Miles de personas asistieron ayer en Alcúdia a la fiesta Trienal y procesión penitencial del Sant Crist, que soportaron estoicamente un auténtico sol de «injusticia».

A las once de la mañana con el templo de Sant Jaume completamente abarrotado de fieles, en su gran mayoría alcudiencs, se inició la misa solemne que estuvo presidida por el obispo de Mallorca, Jesús Murgui, acompañado del vicario general, Lluc Riera el párroco de Alcúdia, Simón Garau; el presidente del Capítulo Catedral, Joan Darder y unos cincuenta sacerdotes de la diócesis.

El obispo, consciente del gran gentío reunido en el templo que asistía de pie, pronunció una sentida homilía que duró trece minutos.
La venerada imagen fue sacada del camarín por el sacerdote alcudienc Tomeu Suau y fue instalada en el altar mayor.
En los cánticos y las preces intervinieron Xavier Viver, presidente de la cofradía, Pedro Vives, Antonia Cánaves, y Gabriel Llompart, entre otros.
Acabada la eucaristía se inició la procesión penitencial, con una buena organización por parte del consejo parroquial. Presenciada por miles de personas durante todo el recorrido, la encabezó la banda de música de Canet lo Roig, de Castellón, seguida de cientos de fieles de todas las edades; las promesas, que en su gran mayoría participaron descalzas y otras brazos en cruz, sin apenas acusar los efectos del intenso calor. No faltó en la procesión el antiquísimo estandarte de la ciudad, portado por un miembro de la familia Amorós.

Tras esta marea de fieles desfilaron los miembros de la cofradía del Sant Crist (1582), portadores y penitentes, muchos de ellos descalzos, y como es costumbre, se enfundaron sus gruesos hábitos aunque desprovistos del capirote. Lo hicieron junto a su presidente, Xavier Viver, flanqueado por los cofrades José Cladera y Miquel Llompart.

Detrás el clero y la imagen del Sant Crist, que siguiendo la tradición fue portado en distintos tramos por los sacerdotes, hijos de Alcúdia, Joan Darder, Miquel Company, Antoni Llompart, y Felip Díez, quienes también giraron la imagen ante personas que se encontraban enfermas o impedidas, logrando momentos de mucha emoción.