Fiesta grande después de Sant Bartomeu. En su décimo aniversario, la Festa des Cavall de ses Salines se consolidó como una de las citas más importantes de la Isla en cuanto a espectáculos ecuestres. Miles de personas llegadas de todos los pueblos de la Isla asistieron el sábado por la noche contemplar la fiesta donde los saliners hacen de anfitriones y acogen a los visitantes con vasos de pomada.
Sin embargo, precisamente en su éxito radica la controversia. Tres heridos y la participación de más jinetes que nunca, abrió el debate sobre si se debe cambiar la ubicación de la fiesta, vista la magnitud que ha tomado el espectáculo. En la misma línea, también se plantea si se debería limitar el número de caballos participantes, puesto que hay muchos que no son de ses Salines.
De entre el público hubo dos lesionados en un pie y otro en la clavícula que fueron evacuados al hospital en ambulancia. El espectáculo se detuvo por motivos de seguridad durante el tiempo en que la ambulancia no estaba en la localidad.
La fiesta, calcada a la de Ciutadella, empezó con el toque de flabiol y la recogida de jinetes. La multitud se concentra a la calle esperando que pasen los caballistas y comience el espectáculo. Ante la Església Vella, en la plaza de Sant Bartomeu, la banda de música toca y allí se realiza el tradicional jaleo y los juegos entre aplausos y ánimos a los jinetes.
Desde el Ajuntament, el edil del PSOE, Antoni Perelló, lamentó que hubiera tres heridos. En cuanto a la necesidad de hacer algunos cambios, Perelló reconoció que «hay comentarios de todo tipo, pero la única cosa que podemos hacer desde el Ajuntament es ponernos a disposición de la Agrupació de Cavallistes y la asociación Quart Creixent que organizan la fiesta, por si quieren hacer algún cambio. Dependerá de ellos, nosotros colaboraremos».
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