El recorrido por Raixa va tornándose del primitivo sotobosque a un simple paisaje de zarzales y maleza. Foto: JAUME MOREY

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Raixa, la emblemática finca de Bunyola que hace ahora siete años compraron el Ministerio de Medio Ambiente y el Consell de Mallorca «para ponerla a disposición de todos los mallorquines», es, según la enésima denuncia de vecinos del pueblo «más privada e inaccesible que nunca, y sus casi 50 hectáreas de terreno de sotobosque se hallan en un estado deplorable».

Los denunciantes recuerdan que apenas unos días después de formalizarse la adquisición, en enero de 2002, Ultima Hora publicó un reportaje con las que resultaron ser premonitorias frases del octogenario posadero de la finca, Francesc Colom. «Recuperar ahora el esplendor perdido de la finca Raixa -dijo- puede suponer un esfuerzo económico mayor que el de la propia compra, pues aparte de la decrepitud de la casa están los caminos cubiertos por la maleza y buena parte del bosque devastado por las plagas y el temporal del pasado noviembre».

Y en visita girada ayer al bosque y caminos de Raixa con vecinos de Bunyola que viven en sus inmediaciones, se hizo un recuento de los árboles caídos y nunca recogidos del suelo, principalmente en la quarterada más al suroeste del predio y en las inmediaciones de la casa señorial. Son 87 pinos, de los que 43 fueron derribados por el temporal de noviembre de 2001, y 44 por dos vendavales y un 'cap de fibló' que azotaron la finca en el otoño e invierno pasados.

«Estos árboles en el suelo, además de entorpecer las sendas del bosque y su ecosistema, erosionan y deterioran la biodiversidad en una finca cuya utilidad pública se dijo que estaría basada en la protección del espacio natural».

Para los vecinos que denuncian el estado de abandono de Raixa -y firmantes desde 2004 de varias cartas en ese sentido a los responsables de Medi Ambient del Consell y del Govern-, «el desorden es tal en lo que queda de este maravilloso bosque como para que incluso los que vivimos en sus cercanías y sabemos sortear el cerramiento los caminos públicos, tengamos muy difícil pasear y disfrutar de la finca que en teoría hace siete años es de todos y desde entonces parece la possessió más privada e inaccesible de la Isla».