Josefina Vivancos, junto a una colaboradora, es desde hace más de veinte años la encargada del refugio de animales.

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No caben más. La protectora de animales de Pollença, una de las más reconocidas por las agrupaciones en defensa de los animales de las Illes no da a basto para alojar a las decenas de animales que llegan a sus instalaciones. La crisis económica ha disparado el número de abandonos. También han caído en picado el número de castraciones que se practican a perros y gatos y como consecuencia se ha disparado también el número de hembras preñadas o acompañadas de sus cachorros que llegan a las instalaciones.

Ante esta situación la protectora de animales de Pollença, gestionada por Josefina Vivancos en estrecha colaboración con el Ajuntament de Pollença, ha tenido que ingeniárselas para buscar una salida a la crisis. Vivancos comienza a aplicar en las Islas un sistema de adopciones habitual en otros países europeos, el de las familias canguro, familias que acogen temporalmente a los animales a la espera de que la protectora les encuentre una familia adoptiva.

Ochenta perros
Actualmente la protectora cuenta en sus instalaciones con más de ochenta perros y una veintena de gatos pero el abanico de animales que conviven en las instalaciones se amplía, hay tortugas, gallinas y hasta dos ovejas. A diferencia de lo que ocurre con las perreras tradicionales en el refugio de Pollença no se sacrifica a los animales.

Todos y cada uno de los animales adultos que se dan en adopción son previamente castrados y en el caso de cachorros las familias adoptivas se comprometen a castrar a los animales cuando tengan edad suficiente para someterse a la intervención. En este caso es también el refugio, en colaboración con el Ajuntament, el que asume el coste de la operación que realizan sus veterinarios de confianza.

La castración es según Josefina Vivancos la clave de un control de población que garantice una calidad de vida de nuestras mascotas, una práctica habitual desde hace años en los países europeos, mucho más concienciados en este sentido. La sobrepoblación de perros y gatos de las Islas obliga a recurrir a las adopciones internacionales de animales.

La protectora de Pollença colabora habitualmente con refugios de confianza en Alemania siempre con familias de destino o familias canguro garantizadas. «Es una vergüenza tener que exportar nuestras miserias, países como Alemania, Grecia, Turquía o Italia», están mucho más avanzados, dice Vivancos.

Los animales que viajan al extranjero van acompañados de un padrino de vuelo, que se responsabiliza durante el traslado en avión y los entrega una vez en destino.