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M.JOY Muy pocos se podían imaginar aquel 14 de julio de 1929 que 80 años después, en 2009, el tren de Sóller seguiría circulando casi en las mismas condiciones que el día de su inauguración.

El ferrocarril, que se había inaugurado en 1912 para cubrir el trayecto Sóller-Palma, funcionó durante diecisiete años con locomotoras a vapor, aunque con numerosas dificultades, desde un complicado y escarpado terreno, que incluía un túnel de casi tres kilómetros, a contratiempos de comodidad, ya que el humo de la locomotora se filtraba en los vagones, haciendo más complicado todavía el trayecto.

Por todo eso, Jeroni Estades se decidió a llevar a cabo la iniciativa de la electrificación del tren, un cambio para el que tendrían que conseguir primero un préstamo por valor de 2.209.000 de pesetas, que le fue concedido por Real Decreto, y otro por una cantidad similar al Banco de Sóller, ambos en 1925, lo que permitió que al año siguiente se presentara el proyecto al Consejo Superior de Ferrocarriles, siendo aprobado este en 1927.

La electrificación se concedió a la empresa alemana Siemens Schuckert y a la suiza AEG, y las primeras locomotoras alcanzaron una velocidad máxima de 35 kilómetros hora, que se aumentaría con el tiempo hasta los 45 kilómetros, máximos de la actualidad.