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Faltaban pocos minutos para las nueve y media de la mañana y la carretera de Inca-Caimari era ya ayer un reguero constante de vehículos. Como cada año por estas fechas algo se cuece en Caimari, y lo hace bañado en aceite de primera calidad.

La Fira de l'Oliva de Caimari no sólo no ha perdido con la crisis, sino que este año han aumentado aún más las solicitudes de los maestros artesanos para exponer en sus calles. «¿Crisis? Al revés, el espacio del que disponemos es el que hay y cada año tenemos que decir 'no' a más gente», explica Pere Seguí, alcalde pedáneo de Caimari y auténtico impulsor de esta feria creada de la nada hace ahora doce años, y a la que le han salido numerosos imitadores. El secreto: un auténtico sabor a campo, con un marcado aire gastronómico y la aceituna como estrella mediática. No en vano fue una de las primeras apuestas monotemáticas en el mercado de ferias de la Isla.

Miles de personas se desplazaron ayer a Caimari para disfrutar un año más de una feria que estimula los gustos y que sólo exhibe productos cien por cien artesanos.