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La reforma integral del simbólico monumento a la Beata de Santa Margalida seguirá adelante pese al aluvión de críticas que ha despertado la instalación de una jarra de hierro de grandes proporciones (8'5 metros de diámetro y 4 toneladas de peso) en el nuevo espacio que sólo mantiene el busto original esculpido por Remigia Caubet, en el año 1974.

El hijo de la artista, el escultor Damià Ramis Caubet, ha registrado una carta en el Ajuntament solicitando la paralización inmediata de unas obras que considera «incompatibles con la espiritualidad de la obra» y denuncia que «aleja a un segundo o tercer plano la figura de la Beata impidiendo gravemente la valoración sensible de su significación y una visión clara de la escultura, auténtica protagonista del conjunto».

El pleno del Ajuntament rechazó ayer con los votos del equipo de gobierno (PP-CPU) una moción presentada por UM para paralizar la ejecución del proyecto y realizar una consulta popular antes de decidir si se le debe devolver el conjunto a su estado original.

El equipo de gobierno defiende el carácter simbólico del proyecto que ahora se ejecuta y que con los pedazos de una inmensa jarra de hierro se emula la tradicional trencadissa de la fiesta local.