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Los ancianos de Alcúdia regresaron ayer a su pueblo natal tras dos años de obligado exilio en el Llar d'Ancians de Palma. Faltaban pocos minutos para las once y media de la mañana cuando los ocho primeros inquilinos del geriátrico municipal de Alcúdia descendían ayer del autobús que les trasladaba directamente desde la capital balear.

Emoción, risas, abrazos y alguna que otra lágrima contenida en un regreso que se ha venido retrasando por distintas complicaciones en las obras de reforma integral de la residencia municipal de ancianos que reabre sus puertas completamente renovada haciendo suyo el espacio que hace dos años ocupaba el hospital de Alcúdia.

De los nueve ancianos que debían regresar ayer a Alcúdia sólo lo hicieron ocho y es que una de las nuevas inquilinas no estaba bien de salud y ha quedado ingresada en un centro hospitalario. Una vez recuperada se reincorporará al nuevo espacio municipal.

El sentir de los ancianos que regresaban ayer a su pueblo se resume en la emoción de Manuel Domenech, de 76 años: «Estoy muy contento. Tenía la muda de dos semanas preparada pendiente de saber qué día veníamos, no me lo puedo creer ahora con mi motillo me podré mover, podré volver a pasear por el pueblo», decía.