La fiesta y el agua sustituyeron al calor sofocante de ayer. Nadie quiso perderse el evento para tirarse las cáscaras. | M. Poquet

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Más de 4.000 kilos de cáscaras de almendra resonaron ayer en las calles del centro durante la cuarta edición de la ya consolidada Festa de ses Clovelles, organizada por la asociación El Dimoni s'hi va retre. Más de 2.000 personas disfrutaron de la jornada festiva.

Eran las doce cuando se iniciaba el primer baile de la patrona, Santa Praxedis, ante la iglesia para iniciar una pasacalles en dirección a la antigua estación de tren.

Una vez allí, hubo una comida de paella. Hacia las cuatro de la tarde, la multitud se concentró para buscar las llaves de las Clovelles, nombre que tenía la antigua cárcel del pueblo donde éstas se guardaban. La patrona consiguió las llaves que atesoraba el dimoni.

Entonces, la alegría se desbordó y empezó el lanzamiento de clovelles delante del viejo Ajuntament. No faltó el agua, el alcohol ni la música.