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Las terrazas vacías son la tónica general en las calles de la zona de Porto Cristo afectadas por las obras del puente pequeño de es Riuet y los comerciantes ya no pueden más. Los restauradores pierden entre 3.000 y 4.000 euros diarios de beneficios, que sería la cifra de caja diaria de un mes de agosto habitual, y no entienden cómo unas obras «injustas» hacen mermar sus posibilidades de hacer frente a la crisis. Algunos quieren cerrar en septiembre.

El presidente de la Asociación de Comerciantes de Porto Cristo, Dionisio Egidos, aseguró ayer que los negocios afectados por las obras tendrán pérdidas que ascienden a los 2,1 millones de euros, unos 3.000 euros por negocio y día. El mes de agosto, que debería de haber sido el mejor de la temporada en beneficios, «sólo nos ha permitido subsistir, y todo gracias a los residentes, porque por estas calles no pasa ningún turista», decía ayer Antonio González, del restaurante Fussió Lounge. González declaró que considera «una injusticia» el hecho de que un juez pueda decidir el futuro de tantas familias y cree que «se debería de haber respetado la voluntad de los vecinos».

Las molestias de las obras hacen que sean pocas las personas que se acerquen a la zona de's Riuet. Los restaurantes están mal comunicados por las obras, que frenan el turismo. «Hay mucho polvo y mucho ruido, incluso por encima de los decibelios máximos permitidos», afirmó ayer Chun Jua, que tiene un restaurante chino en la zona.

Críticas

El restaurador Toni Pascual fue muy crítico con la manera como se han desarrollado las obras: «hemos tenido toda la calle cerrada al tráfico muchos días cuando no era necesario», afirmó. Pascual añadió indignado que el Ajuntament hubiera podido organizar reuniones conjuntas con vecinos, comerciantes y la empresa concesionaria de las obras para minimizar los perjuicios económicos.

Los propietarios de los establecimientos comerciales afectados criticaron ayer que el alcalde no se haya implicado más. Egidos les respaldó diciendo que «el alcalde no tiene la culpa de que se derribe el puente, pero tendría que haberse preocupado más».

Asimismo, los comerciantes declararon que Pastor no se ha acercado hasta la zona «a dar la cara en los malos momentos, cuando todos juntos intentamos parar las obras», se lamentó el propietario de Fussió Lounge, Antonio González. Otro empresario, Toni Pascual, aseguró que «si el alcalde hubiera querido, el puente no se derribaría».

Combativos

Después de intentar parar las obras a principios del mes de agosto y de unirse doce establecimientos para impedir la demolición por la vía judicial, los negocios y restaurantes no piensan quedarse de brazos cruzados esperando el día 24 de septiembre, cuando cerrarán el puente para empezar el derribo.

Estos afectados seguirán pidiendo a los políticos que muevan las cartas oportunas para ganar esta partida, «injusta y que además nos ha dejado sin el mejor mes de la temporada».