Antoni Torrens, presidente de la asociación Albopàs y alma mater de la feria, recuerda que históricamente los xeremiers eran hombres. Se trata de un instrumento ligado a la profesión de pastor. Sin embargo, Torrens detectó el año pasado que de los centenares de xeremiers inscritos en el encuentro, cerca de 90 eran mujeres. Por eso la organización les ha dedicado, a ellas, la edición de este año.
Como cada año, decenas de luthiers instalaron su puesto en la Plaça Major mientras los xeremiers, mujeres y hombres indistintamente formados en corrillos, sonaven a pleno pulmón. El ambiente que crean, llueva o no -y ayer llovió-, es ciertamente espectacular, algo insólito. No cabe duda de que esta feria es de las más verdaderas y auténticas de las que cuantas hay en Mallorca: no busca llenar sa Pobla de gente que gaste en los bares ni tiene reclamos postizos.
Asimismo, cabe destacar el homenaje del Consistorio a los ‘Llargo’, familia de xeremiers originaria de Sencelles cuyo último hermano vivo reside en sa Pobla.
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