Sobre las seis de la mañana el individuo, de unos 40 años y nacionalidad marroquí, entró en el recinto de una obra y trepó hasta la mitad de la grúa, a quince metros de altura.
Los primeros en detectarlo fueron los trabajadores de la obra, que dieron aviso a la Guardia Civil. Los agentes instaron al empresario a que depusiera su actitud y bajara de la grúa, pero él siguió en sus trece y se negó. Incluso advirtió de que si subían a por él se tiraría. Fueron pasando las horas y finalmente la Comandancia de Palma decidió enviar a Canyamel al negociador, el mismo que ya actuó meses atrás en Alcúdia, cuando un joven se atrincheró en su casa armado con una escopeta.
A partir de ese momento, todo el peso de la negociación recayó sobre este funcionario, que habló durante horas con el empresario. Primero calmándolo y después explicándole que lo mejor que podía hacer era bajar de la grúa. Por la tarde, diez horas después, el magrebí aceptó y fue evacuado al hospital, para ser sometido a una revisión física y psíquica.
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