Los más pequeños arrancaron a llorar en el momento en que se procedía a pasarlos por entre las ramas del vimer, Después se tienen que atar las ramas. Hay que esperar el día de Sant Jaume para saber si la magia ha funcionado y habrá curación. | Assumpta Bassa

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Eran las 6.21 de la mañana y el sol empezaba a salir. La magia, la fe y la tradición despuntaban al alba en la finca de s’Hort del Correu de Manacor. El ritual del vimer se cumplía, un año más, en la madrugada de Sant Joan.

Un total de 26 niños y niñas, procedentes de diferentes puntos de Mallorca, buscaban las propiedades curativas de las hernias que se atribuye a este árbol protegido. Una tradición centenaria que lleva a cabo la familia Sureda. Tres generaciones han recogido el testigo y, año tras año, se implican en todo el proceso. Son muchos los que creen y es que la cultura popular concede atributos mágicas a Sant Joan. De hecho los porcentajes de curación de los niños que han pasado por las ramas de este árbol son muy elevados.

A medida que las familias van llegando se atribuye un número a cada niño. La familia Sureda prepara las ramas, las corta por la mitad para pasar el niño por en medio y esparcir la savia del sauce en el punto donde tienen la hernia.

Los padres, luego, ponen a la rama el mismo número identificativo y una cinta de color atada con rafia y se sella con barro. Si en un mes la rama brota será señal de que el niño se ha curado.