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Las Àguiles de Pollença ( Maria Antònia Simó y Elia Vallori ) brillaron ayer en la misa y procesión del Corpus como lo hacen desde la Edad Media, al margen de la polémica vivida este año por la prohibición de seguir incluyendo un corderillo vivo en la celebración.

Por primera vez Sant Joan Pelós (Sergi Gómez) bailó con el zurrón vacío después de que el Govern advirtiera a la parroquia que tras la entrada en vigor de la nueva ley de toros a la balear la antigüedad centenaria de la celebración no basta para permitir el uso de animales vivos. Los animalistas llevaban años denunciando el presunto «sufrimiento» del animal como consecuencia del traqueteo del baile y, aunque el rector Francesc Vicens (convencido de que el animal no sufre) pidió incluir el corderillo bajo supervisión veterinaria, no consiguió convencer a Agricultura. De cara a próximas ediciones el rector intentará conseguir que se proteja la celebración como Patrimonio Inmaterial para garantizar su vuelta.

Autenticidad

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La obrería ya anunció el viernes que acataría la orden del Govern de eliminar el cordero este año y avisó de que no incluiría una réplica, argumentando que una de las características que hacen únicas las Àguiles es la autenticidad de de todos sus elementos. «Así como los hombres nunca hicieron el papel de las Àguiles y las joyas nunca se sustituyeron por bisutería, el cordero como atributo siempre ha sido real», dice Vicens.

Efectivamente no hubo réplica, pero el rector facilitó una tela antiquísima con un pequeño cordero bordado con el que se vistió el zurrón en el que tradicionalmente Sant Joan Pelós llevaba al animal. Se da la circunstancia de que el papel de Sant Joan Pelós lo representó ayer Sergi Gómez, el último pollencí que recogió en 2017 el gallo que servía de premio en el Pi de Sant Antoni antes de su supresión en la edición de este año.

La polémica surgida por la ausencia del cordero en los días previos a la celebración ha silenciado una de las principales novedades de la procesión del Corpus. Los pollencins pudieron ver, después de un siglo, una lledania (cruz de procesión) recientemente restaurada.