Acaban de presentar las nuevas colecciones de baldosas, ¿qué encontraremos en estas series?
—Toda nueva colección aporta cosas. La de Alfredo Häberli, Premio Nacional suizo, aporta una visión ‘externa', internacional y contemporánea al mosaico hidráulico, que nació como producto mediterráneo y tradicional. Carme Pinós, una arquitecta de gran prestigio y que nos diseñó una colección en 2015 con la que ganamos el premio FAD, significa continuidad, consolidación, un concepto que nos interesa mucho. La colección de SMS significa colaborar, en contraste con las otras dos, con un despacho joven mallorquín de gran creatividad y proyección internacional.
¿Qué impulsa a Huguet hacia esta joint venture con el diseño y la arquitectura?
—Desde hace tiempo creemos básicamente en dos cosas: por una parte en el oficio, en fabricar, en la artesanía, en la tradición. Por otra, en la necesidad de poner todo esto al día y abrirlo al mundo. La manera de hacerlo es a través del diseño. Es una relación bidireccional: a nosotros nos interesan los arquitectos y diseñadores para poner al día la tradición, ellos necesitan a alguien con ‘oficio' y con voluntad de innovar para poder hacer nuevas y mejores piezas para hacer así mejores proyectos.
Inmersos en un ‘boom' de rehabilitaciones, los antiguos suelos hidráulicos son elementos altamente valorados...
—Los suelos hidráulicos eran hegemónicos en nuestra arquitectura hasta los años 60 y en Mallorca había un centenar de fábricas y miles de diseños distintos. A partir de ahí, el boom turístico y urbanístico lo cambió todo y se llevó por delante este mundo tradicional. Pero la calidad técnica demostrada con el paso del tiempo, la calidez, y las inmensas posibilidades estéticas hacen que la gente lo vuelva a apreciar mucho.
¿De qué proyecto en los que han colaborado más le enorgullece?
—Hemos participado en muchos proyectos y todos ellos nos han aportado cosas y han sido clave para definir quien somos hoy. Hemos participado en obras emblemáticas pero también en muchas pequeñas y locales de las que estamos igual de satisfechos. Está el edificio Forum de los Herzog & de Meuron, la Filarmónica de Szczecin que ganó el Mies Van de Rohe a mejor edificio de Europa, la MM House ganadora del WAF a la mejor casa del mundo son casos destacados. También los restaurantes que hacemos para José Andrés en EEUU tienen gran carga simbólica, pero lo más importante ha sido la innovación constante gracias a la multitud de gente creativa con la que hemos tenido la suerte de colaborar.
Además de a las baldosas hidráulicas, su fábrica ha dado nueva vida al terrazo...
—El terrazo es el primo del hidráulico: una composición similar, pero producido de forma industrial. También es un material que técnicamente ha demostrado calidad matérica y resistencia al paso del tiempo. A nivel internacional desde hace unos años es muy apreciado. Hemos hecho con él lo que hicimos con el hidráulico: ponerlo al día. Baldosas más grandes, nuevos colores, nuevos áridos, nuevas composiciones, nuevas aplicaciones...
Huguet logra proyectar hacia el mundo el trabajo de una pequeña factoría en Campos, ¿desmitifica esto que para ser alguien en el ambiente del diseño y la arquitectura hay que radicarse en ciudades como Barcelona, Milán o Berlín?
—En eso estamos. Somos ambiciosos: pensamos que lo que hacemos puede interesar en cualquier rincón del mundo. Lo esencial es el producto. Que sea de calidad y aprovechar lo mejor del mundo global, que es que ahora es más fácil darse a conocer. Queremos aportar al mundo lo que somos: una pequeña fábrica, de Campos, de piezas de cemento. Con sinceridad, con modestia, pero sin ningún miedo.
Su padre, el poeta Damià Huguet, también lideró esta fábrica, ¿qué pensaría del aliento artístico que sus hijos insuflan al negocio familiar?
—Estos últimos días, a raíz de la presentación de las nuevas colecciones, muchos amigos de mi padre y mi madre me han dicho que estarían muy orgullosos de ver lo que hacemos. Esta motivación es algo impagable. No sólo queremos ofrecer baldosas, también queremos ofrecer una historia, unos valores... Sin corazón, sin raíces, no podríamos hacer lo que hacemos ni aspirar a lo que aspiramos.
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