Cada primer domingo de septiembre en la Vila se viven momentos muy emotivos con la procesión de la Beata, las catorce carrozas, unas seis mil personas vestidas de payés o payesa, así como los dimonis rompiendo las gerres acompañando al Dimoni Gros que tienta a la Santa.
Este domingo en Santa Margalida no hubo procesión, pero sí que se vivió en cierta manera el espíritu festivo que la COVID-19 arrebató a los fieles en 2020. Por la mañana se inauguró una escultura instalada el año pasado que representa la cabeza del Dimoni Gros y que es obra del artista margalidà Guillem Crespí.
A las seis de la tarde los dimonis y los xeremiers se encontraron en la plaza d'en Ramon i d'en Panxo y se dirigieron al Ajuntament, desde donde salió la comitiva para iniciar la ofrenda de flores, con la Escola de Ball de Bot, la Banda de Música y los gegants locales, todo ello con una excelente respuesta del público.
El oficio comenzó a las 20 horas en la plaza de la iglesia, con asistencia de la Beata y su corte. Este año repitió Joana Maria Calafat, que ya representó a Sor Catalina Tomàs en 2019. Mossèn Guillem Feliu presidió el oficio que contó con la Coral de Santa Margalida y el ball de l'Oferta de la Escola de Ball de Bot.
Contraste
La decisión prudente de los responsables políticos vileros y de la comisión organizadora de la procesión de Santa Margalida contrasta con la intención de Valldemossa de llevar a cabo el acto de la salida triunfal del Carro de la Beata. Se producirá el próximo domingo a las 20.30 horas, después de que se aplazara la fiesta el pasado 28 de julio debido a las medidas sanitarias.
El recorrido se centrará en la zona baja del núcleo para evitar el paso de la comitiva por la parte más comercial del municipio. El Ajuntament calcula que unas 1.000 personas podrán seguir el acto ya que se controlarán todos los accesos y los asisntentes deberán recoger previamente unas pulseras.
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