En su tesis repasa la actividad agraria de los últimos 150 años en la Isla. ¿Se trata de un período importante para presenciar cambios, no?
— Así es. En la tesis hemos reconstruido el paisaje de Malloca desde 1860 y hay un análisis de como este paisaje tiene relación con la presencia de la biodiversidad y la capacidad ecológica que tiene. Hemos cogido datos de 1860, 1956 y del 2012 y hemos visto algunas cosas muy interesantes a nivel ambiental.
Tal vez en 1860 había una mejor situación ambiental...
— Sí, así es pero desde un punto de vista social era contraproducente ya que la tierra estaba en manos de los senyors. Después en el 56 es donde hay una mayor biodiversidad pero en cambio la agricultura esta estancada ya que ya tenemos pequeñas propiedades a las que sus amos van a exprimirla al máximo. En poco espacio hay distintos cultivos. Ello llevó el sistema al limite el sistema. De hecho de no haber entrado los fertilizantes nitrogenados la tierra habría colapsado. Y en 2012 encontramos un paisaje en proceso de abandono con una arborización en retroceso. En resumen, en 1860 hay feudalismo; en 1956 esplendor de la payesía antes de la entrada de fertilizantes y primera maquinaria y en 2012 una sociedad basada en el turismo, por tanto dependiente del exterior y con la agricultura enfocada a la exportación.
¿El año 1956 se eligió por ser previo a la llegada del turismo?
— También por contar con la foto de la Isla realizada por los americanos. Sobre el turismo podemos decir que ha sido el ángel y el demonio para la agricultura. Con su llegada la sociedad da la espalda a fora vila y ponemos tots els ous al mateix paner, por ello somos una sociedad débil a nivel económico. Pero también fue ángel ya que en Mallorca el gran capital opta por invertir en turismo en vez de en el campo. Por ello no tenemos grandes granjas de cerdo o aglomeraciones de parcelas. Así en los años 70, 80 y 90 no se produjo esta apuesta por el sector. Ello ha provocado que conservemos explotaciones familiares de policultivo, autosuficientes e interesantes a nivel de reproducción. Tenemos una mayor presencia de ganadería extensiva. Desde el año 2000 se han perdido 20.000 cabezas de ganado. Es mucho pero en comparación con otras regiones aún conservamos mucho.
¿El turismo o la presencia de segundas residencias de extranjeros en la Isla también debe haber influido en un aumento de la agricultura ecológica?
— Sí, esto ha acelerado la consciencia por una alimentación ecológica y también por la vertiente ambiental. Pero tampoco lo podemos atribuir todo a esto. Este año 2022 si no hay cambios llegaremos a un 20 % de la superficies agraria útil que será en ecológico. Esto nos sitúa en el top europeo. No somos los primeros ni los segundos pero si los terceros o cuartos de Europa. El mantenimiento de la agricultura extensiva en lugar de la intensiva de la que hablaba antes nos ayuda a situarnos en una mejor situación para transitar a la agricultura ecológica.
¿Y la carne? ¿Podemos comerla tranquilos?
— Creo que la mayoría de estudios científicos que sitúan el consumo de carne como un problema ambiental están realizados sobre la ganadería intensiva, lo que se conoce como macrogranjas, como he dicho aquí la ganadería es extensiva. Por tanto cabe conservar e informar del tipo de ganadería. Hay que incidir que la intensiva es muy diferente a la extensiva.
Entre la foto aérea de la Isla de 1956 y la actual vemos como hay una inmensa perdida de árboles. ¿Lo salvará el boom de los garrovers?
— Exacto a mediados del siglo XX además de los cultivos en horizontal vemos una gran diversidad en vertical. Una parcela podía tener distintos cultivos, por ello había una mayor agrobiodiversidad. En pequeños espacios, redols, había muchas especies. Ello también viene a defender que, por ejemplo, no se trata de hacer parques naturales y aislarlos del resto de parcelas, hay que combinar estos espacios naturales con la agricultura. Y sobre los algarrobos estamos en el boom de la garrova. Se trata de un árbol que requiere de pocos cuidados. Su fruto es muy polivalente ya que sirve para el consumo humano, para el animal y para la industria. Pero deben pasar 15 años para ver sus frutos.
2 comentarios
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Bona feina Nofre. Tota aquesta informació i molta més que té la UIB hauria de servir per marcar l'estratègia de futur a les illes. El que no pot ser és seguir amb el monocultiu turístic que satura a les illes. Hem d'invertir en coneixement per dissenyar un model social inteligent