La bandera de Nunavut ya ondea sobre Iqaluit, la capital del nuevo
territorio canadiense nacido el pasado jueves al término de una
jornada de celebración en que las tradiciones de los inuit, los
indígenas que habitan esta vasta región, estuvieron en primer
término.
Llegados el pasado jueves por la mañana para prestar juramento
de fidelidad ante la representante en el territorio de la reina
Isabel II de Inglaterra (jefa de Estado de Canadá), Helen Maksagak,
la mayoría de los 19 miembros de la Asamblea Legislativa de Nunavut
vestían los trajes tradicionales de los días festivos, con flecos y
capuchas.
El primer ministro de Nunavut, Paul Okalik, vestido con un traje
y botas de piel de foca, afirmó en su discurso que la creación de
este nuevo territorio canadiense, habitado principalmente por
indígenas inuit, constituye «una victoria para la democracia» cuyo
eco se escuchaba «en el mundo entero».
«Cambiamos la Constitución de Canadá, creamos un Gobierno basado
en los principios de los Derechos Humanos, de la integridad y de la
apertura», afirmó Okalik al inaugurar la primera sesión de la
Asamblea legislativa.
«Los ojos del mundo están sobre nosotros, los ojos de nuestros
ancestros nos miran, y en sus ojos está la esperanza y la espera de
nuestro triunfo», añadió. «Ya no soñamos más, es la realidad,
triunfamos», concluyó Okalik, que fue aplaudido por los diputados y
por los numerosos ciudadanos que asistieron a esta primera
sesión.
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