El arzobispo de Toledo, Francisco Àlvarez Martínez, nombrado ayer
domingo Cardenal por el Papa Juan Pablo II, es uno de los prelados
más influyentes de España y está muy bien considerado en Roma.
Nacido el 14 de julio de 1925 cerca de Oviedo (norte), Francisco
Àlvarez Martínez se convirtió en sacerdote el 11 de junio de 1950.
Licenciado en Derecho Canónico en la Universidad de Salamanca
(1958), es nombrado canónigo de la catedral de Oviedo, al mismo
tiempo que prosigue sus estudios para conseguir un doctorado en la
Universidad pontifical de Comillas (Madrid) en 1962. Fue
canciller-consejero del arzopispado de Oviedo de 1958 a 1962 y de
1965 a 1969.
Nombrado nuncio apostólico en 1973, fue sucesivamente obispo de
Tarazona (norte, 1973-1975), de Calahorra (norte, 1975-1989) y de
Orihuela-Alicante (1989-1995) antes de convertirse en Arzobispo de
Toledo, importante cargo de la iglesia, en 1995.
Al mismo tiempo que obispo, Francisco Àlvarez Martínez fue
presidente de la comisión mixta de obispos, superior religioso y de
los institutos seculares de la Conferencia episcopal española a
partir de 1989, al igual que representante de la Iglesia española
en el sínodo de 1994, cuyo tema era «Vida consagrada y su misión en
la Iglesia y el mundo».
Monseñor Àlvarez Martínez recibirá su sombrero de cardenal el 21
de febrero próximo junto a otros 36 arzobispos elegidos también por
el Papa.
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