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Julio César Rivas. EFE. Pocos dudan de que el futuro de los usuarios de Napster pase por el pago de una suscripción, pero los expertos y aficionados advierten de que va a ser difícil frenar la distribución gratuita a través de internet de los archivos musicales MP3. La sentencia de un tribunal de California de no cerrar Napster y permitir de momento que millones de usuarios sigan compartiendo archivos musicales, sin pagar, es interpretada por los expertos sólo como un retraso en la decisión final de empezar a pagar derechos de autor a compañías discográficas. Pero el cambio del sistema puesto en marcha por Shawn Fanning, un adolescente de 19 años que simplemente pretendía probar la viabilidad de una idea, no sólo es fruto de la decisión del Noveno Tribunal de Circuito de Apelaciones de San Francisco sino también de la asociación de Napster y el gigante Bertelsmann. Con unos 50 millones de usuarios diarios, un número que crece cada día en decenas de miles, Napster se ha convertido en un fenómeno de masas del que Bertelsmann -una de las mayores compañías discográficas del mundo- considera que se puede beneficiar económicamente.