La violencia de los enfrentamientos ha provocado gran preocupación.

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Doscientos policías y cientos de jóvenes de origen asiático se enfrentaron la madrugada del sado al domingo en Oldham (noroeste de Inglaterra), a raíz de que una veintena de muchachos blancos atacara diversas viviendas de una comunidad asiática. Fuentes policiales británicas informaron ayer de que en los enfrentamientos un total de quince agentes resultaron heridos y diecisiete jóvenes fueron detenidos.

Según el comisario Eric Hewitt, que dijo estar impresionado por la «agresividad y el absoluto salvajismo» del altercado, los incidentes estallaron cuando una veintena de jóvenes blancos atacó diversas viviendas de la comunidad asiática del barrio de Glodwick. En respuesta a la agresión, unos cien jóvenes integrantes de dicha comunidad pasaron a la ofensiva y la emprendieron con un bar del área, incidente que provocó el despliegue policial.

A partir de ahí, la situación degeneró en una batalla campal entre unos doscientos policías y unos quinientos jóvenes, al parecer la mayoría asiáticos, que lanzaron cócteles molotov y ladrillos contra las fuerzas del orden. La multitud incontrolada prendió fuego a varios vehículos y causó daños materiales a vehículos aparcados en la zona, mientras los agentes antidisturbios trataban de dispersar a los alborotadores.

Con las primeras luces del día, la policía consiguió abortar una pugna que se prolongó durante siete horas en las calles de Oldham, al norte de Manchester. Para Hewitt, se trata de unos disturbios «sin precedentes» en una ciudad que se ha visto salpicada por escaramuzas raciales en las últimas semanas. «Hemos visto escaladas de tensión aquí durante meses, pero no tan graves como las producidas anoche», señaló el comisario al precisar que «nadie podía haberlo previsto».