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Los indios tarahumaras, una de las etnias más pobres de México, han recurrido a internet para vender artesanía, mostrar los paisajes de su entorno y ofrecer una muestra de lo mejor de su cultura. La iniciativa, auspiciada por el gobierno del Estado de Chihuahua (norte de México) y por organizaciones civiles, pretende sacar de la marginación a la cultura tarahumara, una de las más olvidadas del país, difundir sus tradiciones y productos, impulsar programas de ayuda y promocionar el turismo. La página de internet (www.tarahumara.com.mx) tiene una tienda virtual de artesanía, una guía de la Sierra Tarahumara y la Barranca del Cobre -uno de los paisajes más impresionantes del mundo-, una galería de arte e incluso un diccionario con los términos indios más usuales. La difusión de su cultura en la red contrasta con el carácter reservado de los tarahumaras o «rarámuris» (los hombres de pies ligeros), que rehuyen el contacto con los turistas y viven en pequeñas comunidades en la sierra. Iván Alvarez Domínguez, gerente de operaciones de la página web, explicó que las ventas de artesanía por internet han funcionado especialmente entre clientes de Estados Unidos y Europa, que reciben la mercancía a través de una multinacional de envíos postales. La web exhibe una amplia muestra del trabajo de los indios, con jarrones hechos de palma, canastas, sombreros y cestos, con precios que oscilan entre los 9 y los 20 dólares. El próximo paso, agregó, será la venta de billetes de avión y habitaciones de hoteles en las zonas próximas a la Sierra. La Tarahumara, enclavada en la Sierra Madre Occidental, al suroeste del Chihuahua, es una vasta cordillera que se extiende más de 50.000 kilómetros cuadrados por cañones, cascadas y bosques. Su belleza esconde una tierra depauperada y unas condiciones de vida de extrema dureza, con prolongadas sequías en verano y frío intenso en invierno, que se cobran centenares de víctimas al año entre la comunidad rarámuri, integrada por unas 75.000 personas. Los tarahumaras sobreviven gracias a sus pequeños cultivos, básicamente de fríjol y maíz, y de la ganadería a pequeña escala. A diferencia de lo que ocurre con otras etnias mexicanas, la venta de productos artesanos, en muchos casos siguiendo rudimentarias técnicas precolombinas, no les supone ingresos importantes.