La británica Diane Pretty, de 42 años y enferma en estado terminal
por una dolencia neuronal motora, perdió ayer en el Tribunal
Superior de Londres su batalla legal para poder morir con la ayuda
de su marido. Pretty había obtenido el permiso de un tribunal
inglés para apelar la decisión del director de la Fiscalía Pública,
David Calvert-Smith, de no garantizar que su marido, Brian Pretty,
no sea procesado si le ayuda a morir, según la Ley de Suicidio de
1961. Sin embargo, un panel de tres jueces del Tribunal Superior
londinense dictaminó ayer que nadie tiene derecho a «procurar su
propia muerte».
Incapaz de articular palabra, Pretty, a través de su marido, se
mostró «decepcionada y muy enfadada» con la sentencia, pues «ella
cree que tiene derecho a hacer lo que entiende que es correcto». El
esposo indicó que su pareja «seguirá luchando» y apelará ante la
Cámara de los Lores, última instancia judicial de apelación en el
Reino Unido. Por contra, los grupos contrarios a la eutanasia han
celebrado la resolución del Tribunal Superior de Londres porque se
trata de una «victoria del sentido común». Para el vicepresidente
del grupo defensor de la vida Alert, el doctor Michael Howitt, otro
tipo de veredicto «habría convertido en ridícula la inviolabilidad
de la vida».
Pretty, madre de dos hijos y procedente de Luton (sur de
Inglaterra), argumenta que su calidad de vida es nula y, por eso,
pide un cambio legislativo que incluya el derecho a morir. La
paciente es tan poco dueña de sus actos que ha tenido que pedir a
su esposo, con el que lleva casada veinticinco años, «ayuda para
morir».
Apoyada por la Sociedad de la Eutanasia Voluntaria y el grupo
pro derechos humanos Libertad, Pretty sostiene también que su
situación, degradante e inhumana, y la postura del director de la
Fiscalía Pública contravienen la Convención Europea de Derechos
Humanos. Los hijos del matrimonio, Clara, de 24 años, y Brian, de
22, apoyan la decisión de su madre, dado que la enferma está
sufriendo y no puede físicamente quitarse la vida por sí misma.
Diane Pretty, a quien se le diagnosticó la enfermedad que padece
hace dos años, llegó a escribir el pasado mes de junio una carta al
primer ministro británico, Tony Blair, instándole a modificar la
legislación actual para permitir la eutanasia voluntaria.
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