El submarino nuclear «Kursk» arribó ayer a puerto para que la
Armada rusa pueda recuperar los cadáveres de su tripulación,
desarmar sus 22 misiles, desmontar sus dos reactores y descubrir
por qué naufragó. El que fuera orgullo de la Flota Rusa del Norte
llegó a las dos de la tarde hora local a remolque de una barcaza
gigante y dos pontones especiales tras una arriesgada operación de
rescate sin precedentes en el fondo del mar.
Hundido tras dos misteriosas explosiones durante unas maniobras
navales el 12 de agosto del año pasado, el «Kursk» quedó atracado
al dique flotante PD-50 de Rosliakovo, en la península de Kola, un
año, dos meses y nueve días después de su naufragio.
Otras 24 horas serán necesarias para asegurar los amarres de las
maromas a los cabrestantes antes de que nadie pueda subir a bordo,
según dijo el portavoz de la Flota del Norte, Vladímir
Navrotski.
Reflotado en primera instancia el pasado día 8 desde su tumba a
108 metros de profundidad en el mar de Barents, el submarino estuvo
anclado una semana a sólo 300 metros del puerto. Fijado a la
barcaza «Giant-4» y a los pontones para garantizar su estabilidad y
flotación, el «Kursk» tardó cuatro horas en recorrer esos últimos
metros en aguas someras de la bahía Belokámennaya.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.