El submarino nuclear Kursk alcanzó ayer la superficie en el muelle
de Rosliakovo, por primera vez desde su naufragio, el 12 de agosto
de 2000, en el mar de Barents. El fiscal general de Rusia, Vladímir
Ustinov, y expertos militares examinaron la cubierta para comenzar
a indagar las causas del naufragio. Antes de subir al submarino,
los funcionarios guardaron un minuto de silencio en homenaje
póstumo a los 118 tripulantes del Kursk que murieron en la mayor
tragedia en la historia de la flota submarina de la Armada rusa.
Los expertos, especialistas en explosivos y forenses, comenzaron
con un reconocimiento en la parte exterior y subieron a la cubierta
sin entrar en el interior, que continúa inundado. Sólo después de
la extracción con bombas del agua, los investigadores podrán
examinar las diferentes secciones.
Además, especialistas en contaminación nuclear hicieron varias
perforaciones en la parte del submarino donde se encuentran los dos
reactores nucleares para comprobar si hay fugas de radiactividad.
Tras la tragedia, los sistemas de seguridad lograron apagar los dos
reactores nucleares del Kursk, evitando una tragedia de mayor
envergadura. Según expertos rusos, durante el reflote y el traslado
del sumergible hasta el astillero Roslaikovo no se ha registrado
ninguna contaminación radiactiva.
Al explicar los detalles de la investigación, Yuri Yakovlev,
fiscal militar adjunto, precisó que los expertos trabajarán con
trajes especiales y mascarillas de oxígeno en turnos de cuatro
horas. Estos funcionarios siempre estarán acompañados de expertos
en seguridad ecológica en el caso de posibles emanaciones tóxicas
de gases o líquidos que pueden ocurrir al examinar las diferentes
secciones del submarino.
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