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ÓSCAR DELGADO El Gordo de la Lotería de Navidad viajó ayer al mediodía a Murcia, Lorca y a Santa Cruz de Palma (Tenerife) y se olvidó un año más de las Pitiüses, que tampoco recibieron la alegría de otros premios. Las administraciones de las islas salvaron la suerte con las terminaciones, que entregarán un total de 150 millones de pesetas, sin contar las pedreas.

Santa Eulària fue el lugar que más premios recibió. En la administración de la localidad se vendieron 170 series completas del 39.767 -cuyas dos últimas cifras coinciden con las del tercer premio, el 05.967- y 70 billetes del 18.236 -el mismo caso pero con el segundo premio, el 06.536-. La administración número 2 de Eivissa repartió 35 millones de pesetas por haber vendido íntegramente el número 62.267. La misma cantidad entregó la del aeropuerto, donde se vendieron 600 décimos acabados en 95 -como el Gordo- y otros 700 terminados en 36. La lotera Mercedes Mayans, con algo más de 20 millones, y la administración de Sant Antoni de Portmany, con 12, completaron las ganancias discretas para las Pitiüses de la Lotería de Navidad.

De nuevo la jornada del sorteo extraordinario de Navidad devolvió el protagonismo a los transistores y a las televisiones, que desde las 9'30 horas retransmitieron la Lotería. En las mismas administraciones se siguió el cántico de los niños de San Ildefonso con la esperanza de colgar por una vez el letrero de 'El Gordo vendido aquí. Conforme caían los premios y el nombre de las islas no aparecía entre los destinos privilegiados del dinero, la ilusión se fue apagando. «No vamos a tener todo, nos tenemos que conformar con vivir en unas islas tan bonitas, rodeados de unas playas maravillosas», comentaba la propietaria de la administración de Lotería del aeropuerto de Eivissa.

Y es que un año más la suerte fue esquiva para las islas y caprichosa. Murcia, Lorca y Santa Cruz de Palma (Tenerife) se repartieron un total de 51.000 millones de pesetas, 15.000 de los cuales fueron a parar a una agrupación folklórica de aquella isla. Por la tarde sólo quedaba mirar con resignación la lista provisional de números premiados por si una o dos pedreas ayudaban a sufragar los gastos de la cena de Nochebuena.