El Tribunal Europeo de los Derechos Humanos denegó ayer a la
británica Diane Pretty, que se encuentra totalmente paralizada por
una degeneración neuronal incurable, la posibilidad de que su
marido la ayude «a morir dignamente» sin incurrir en delito. En su
primera sentencia relacionada con la eutanasia, el Tribunal de
Estrasburgo estima que ningún Estado puede ser obligado a tomar
medidas que conlleven «la terminación de una vida». También
justificó la prohibición del suicidio asistido temiendo un «aumento
significativo» del riesgo de abusos si, como lo pedía Pretty, las
personas que ayudan a morir a enfermos físicamente incapaces de
suicidarse son exentas de responsabilidad penal.
Tras conocer la sentencia, la Asociación Derecho a morir
dignamente criticó que «se hayan cerrado los ojos al dolor» y que
estas sentencias «se sometan a las creencias de un juez». Por eso,
pidió una regulación similar a la holandesa en torno a la
eutanasia. Diane Pretty sufre una esclerosis lateral amiotrófica,
una enfermedad degenerativa neuronal que afecta a los músculos, lo
que la mantiene prácticamente paralizada y sin posibilidad de
curación. Sin embargo, su capacidad intelectual sigue intacta. La
paralización de los músculos le impiden cada vez más hablar con
normalidad. En estos momentos, su esperanza de vida es muy
limitada, apenas unas semanas o unos pocos meses. Aunque el
suicidio no está prohibido en la legislación británica, sí lo está
la asistencia al mismo, tal y como establece la Ley de Suicidio de
1961, por lo que los Pretty necesitaban la autorización previa de
los tribunales británicos, con el fin de que Brian Pretty no fuera
encarcelado.
La Cámara de los Lores, máxima instancia judicial del país, le
negó la posibilidad del suicidio asistido el pasado noviembre, y
Pretty recurrió ante Estrasburgo. De forma general, los siete
jueces del Tribunal de Estrasburgo aseguran comprender la situación
de la demandante, pero estiman, de forma unánime, que la Convención
de 1950 fue redactada para proteger la vida y no para «obligar» a
un Estado, en este caso Reino Unido, a tomar decisiones que
conlleven «la terminación de una vida». Tras conocer la sentencia,
Brian Pretty aseguró, en declaraciones a la prensa, que su
intención es seguir luchando para conseguir una muerte digna para
su mujer.
Por otra parte, «La señorita B», la parapléjica a la que un
tribunal londinense autorizó el mes pasado a que se le desconectara
el respirador que la mantenía con vida, ha fallecido «mientras
dormía», informó el ministerio de Sanidad. En un comunicado, el
ministerio afirma que «la señorita B» «había elegido que se le
retirara la respiración artificial que recibía como parte de su
tratamiento médico. Ha muerto pacíficamente mientras dormía,
después de que se le retirara el respirador a petición suya».
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.