La Comisión Ballenera Internacional comenzó ayer sus sesiones en el
puerto japonés de Shimonoseki (sur), el más importante de la flota
ballenera nipona, con la presencia de más de cuarenta delegaciones,
a las que Tokio intentará convencer de la pertinencia de reanudar
la caza comercial de este mamífero. Organizaciones ecologistas como
Greenpeace, que ayer se manifestaron a la entrada de la sede de la
cumbre, han advertido de que Japón está literalmente comprando los
votos de países en vías de desarrollo para conseguir sus objetivos.
Cientos de delegados de 48 países asistieron a la inauguración
de la 54 asamblea plenaria de la CBI, que se prolongará hasta el
viernes. En su discurso de apertura, el ministro de Pesca, Tsutomu
Takebe, reiteró el que ha venido siendo el argumento recurrente de
su Gobierno para apoyar la reanudación de la caza comercial:
gracias a la moratoria internacional, «las reservas de ballenas son
abundantes y sanas» y puede restablecerse una caza
'sostenible'.
Japón, respaldado por Noruega, va aún más lejos, y asegura que
el nivel de recuperación de las ballenas ha sido tan rápido que
incluso amenazan a otras especies y a la industria pesquera, y que
la caza puede reanudarse perfectamente de forma controlada en el
Océano Antártico. Estos argumentos son frontalmente rechazados por
los países favorables a la moratoria y por las organización
ecologistas, que aseguran que no existen evidencias científicas que
prueben la «propaganda» japonesa, y que, una vez se reanude, la
caza no podrá controlarse y llevará a nuevos abusos contra la
especie.
Desde que la moratoria fuera impuesta en 1986 para frenar la
extinción de las ballenas, Japón ha conseguido sortear la
prohibición con un artificio legal que le permite una 'caza
científica', en teoría cazar ballenas con el objetivo de la
investigación. En realidad, gracias a este vacío, cientos de
ejemplares son cazados cada año para la venta de carne a pesar de
que, según afirman los ecologistas, su consumo ha retrocedido
notablemente en el archipiélago. «Los resultados del programa de
caza científica de Japón puede verse en restaurantes y mercados»,
denunciaba ayer Greenpeace.
El levantamiento de la moratoria necesita una mayoría de dos
tercios de votos en la Comisión, y por el momento no parece que
Japón cuente con tantos apoyos a pesar incluso de la adhesión de
nuevos miembros que le son favorables, como Benín o Gabón. De
hecho, ayer fueron rechazadas dos de las iniciativas clave de
Tokio, la introducción del secreto del voto y la readmisión como
miembro de pleno derecho de Islandia.
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