El tribunal islámico de apelación de Funtua, en el norte de
Nigeria, confirmó ayer la sentencia de muerte contra Amina Lawal,
una divorciada de 30 años condenada por una corte islámica a
principios de este año a morir lapidada por haberse quedado
embarazada. Según la sentencia, la condenada será lapidada a partir
de enero de 2004, cuando termine de criar a su hija de ocho meses.
Lawal fue condenada a la pena capital tras ser hallada culpable de
«adulterio», según prescribe la sharia o ley islámica, ordenamiento
jurídico-religioso basado en el Corán que rige en 12 de los 18
Estados del norte nigeriano donde predomina la creencia musulmana,
al contrario que en los Estados del sur, en su mayoría cristianos y
animistas.
De haber sido una persona soltera Amina habría sido acusada del
«delito» de «fornicación», punible por las leyes islámicas con cien
latigazos. La mujer fue sentenciada a muerte tras admitir haber
mantenido relaciones sexuales con un vecino de su aldea, que le
prometió contraer matrimonio con ella tras divorciarse de su
segundo marido y que fue exonerado por el tribunal por «falta de
pruebas». En la apelación, Lawal, que se casó por primera vez a los
14 años, dijo que Wasila, su tercera hija y fruto de las relaciones
sexuales que la han conducido a la pena de muerte, fue concebida
por su antiguo marido de quien se divorció cuando ya estaba
embarazada de dos meses. Según la mujer, el embarazo se mantuvo en
estado «latente» y solo comenzó a desarrollarse ocho meses «después
del divorcio».
El caso cuenta con la simpatía del Gobierno federal nigeriano,
bajo presión de la comunidad internacional para derogar esa y otras
sentencias de muerte impuestas por los tribunales musulmanes
establecidos en los Estados norteños. Desde que se volvió a
instaurar en Nigeria un Gobierno civil en 1999, tras décadas de
regímenes militares, las comunidades islámicas del norte pidieron,
por medio de demostraciones multitudinarias, la reintroducción de
la sharia, en respuesta a un incremento alarmante de la inseguridad
en todo el país. Pero desde entonces agrupaciones de abogados,
varias de ellas musulmanas, y organizaciones para la defensa de los
derechos humanos han desafiado la aplicación del «código islámico»
bajo los argumentos de que la interpretación nigeriana de la sharia
es «extrema» y que los juicios han sido conducidos de manera
«injusta».
Es el caso del director de la sección española de Amnistía
Internacional, Esteban Beltrán, que afirmó que la confirmación de
la sentencia de muerte para Amina Lawal por parte del tribunal
islámico de apelación del estado nigeriano de Funtua, es «un paso
atrás para los derechos humanos». Los abogados de Amina Lawal han
informado que recurrirán ante el Tribunal Supremo de Nigeria, tras
conocer la decisión del tribunal de apelación de Funtua. La pena
capital que prescribe la ley islámica para los adúlteros se cumple
es la lapidación.
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