Los diques de la población de Pradilla, cuyos vecinos habían sido
desalojados, no han podido resistir la gran crecida del Ebro y su
casco urbano se ha inundado, mientras que la situación sigue siendo
crítica en otros pueblos de la ribera, que ayer visitó el Ministro
de Medio Ambiente, Jaume Matas, y Zaragoza está en alerta ante la
llegada de la punta de la avenida.
Los pueblos de Alcalá, Boquiñeni y Cabañas, que se encuentran
muy cerca del cauce del río, son los que se enfrentan a mayores
riesgos, aunque las reparaciones de diques y el levantamiento de
muros de contención durante los dos últimos días, por los vecinos y
las brigadas de personal movilizado, aguantan la crecida. Sin
embargo, Pradilla, que dista unos 40 kilómetros de la capital
aragonesa, ya tuvo que reparar por la una mota de contención, por
lo que su alcalde ordenó el desalojo obligatorio de las casas y el
traslado de los vecinos a la cercana población de Tauste. A última
hora de la tarde, lo hacían los últimos vecinos y los equipos de
socorro y de obras públicas.
También en Boquiñeni se vivieron momentos de alarma al romperse
una acequia de riego, que se logró reforzar con un muro delantero,
según su alcalde, Félix Coscolla, quien consideró que esta tarde el
caudal del río «se ha estabilizado». La situación se afronta ahora
con cierto «optimismo», después de que se estuviera a punto de
evacuar el pueblo y estar trabajando «noche y día», dijo el
responsable municipal, quien dijo que están a la espera de que se
confirme la bajada del caudal. En esta población, el ministro Matas
afirmó que las infraestructuras «han actuado» y han conseguido
reducir de una forma «importante» el impacto que podría haber
tenido la crecida del río, que calificó de «extraordinaria», a la
vez que emplazó a seguir construyendo infraestructuras e
invirtiendo para que estos sucesos no ocurran «de cara al
futuro».
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