Los últimos datos de la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO) muestran el fracaso en la lucha
contra el hambre: en el mundo hay 842 millones de personas
desnutridas y las perspectivas de reducir esa cifra es sombría.
El informe de 2003 hecho público ayer, analiza los esfuerzos
realizados para cumplir el objetivo fijado en la Cumbre Mundial de
la Alimentación celebrada en 1996: reducir a la mitad para el 2015
el número de hambrientos.
Según el estudio, ese objetivo parece cada vez más remoto y sólo
podrá alcanzarse si la reducción del número de personas desnutridas
se acelera a 26 millones por año, es decir, más de 12 veces el
ritmo actual.
Para la FAO, «el problema no es tanto la falta de alimentos como
la falta de voluntad política», por lo que reclama una alianza
internacional que se movilice «no sobre la base de una petición de
limosna, sino en una exigencia de justicia».
La hambruna «no constituye sólo una tragedia, -dice- sino
también una amenaza para la economía y la estabilidad política». De
los 842 millones de personas que padecen hambre, 10 se encuentran
en países industrializados, 34 en países en transición y 798
millones en los países en desarrollo.
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