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La Policía del Reino Unido investigará en los próximos doce meses las circunstancias de la muerte de Lady Di y su novio Dodi al Fayed, muertos en accidente de coche en París el 31 de agosto de 1997, según dispuso ayer el magistrado Michael Burgess.

Al conocer la decisión del juez, el millonario egipcio, dueño de los almacenes «Harrods» de Londres, expresó su tristeza y dijo esperar «que la verdad salga a relucir».

El juez instructor del condado de Surrey (sureste de Inglaterra), encargado de los casos de la Familia Real británica, anunció ayer su decisión de aplazar la investigación judicial de ambas muertes un año, a fin de que los agentes aporten más datos sobre el accidente.

Al justificar su decisión, el juez admitió que hay conjeturas que apuntan a que la pareja no murió como resultado de un accidente fortuito de tráfico.

«El resultado de la pesquisa (de la Policía) me ayudará a decidir si estos asuntos deben ser considerados en la investigación», señaló Burgess.

«Se requerirá a la Policía de Inglaterra que vea y entreviste en mi nombre a los posibles testigos (del accidente) para determinar el alcance de sus testimonios y si son relevantes», añadió.

La investigación del siniestro estará dirigida por el comisario de la Policía Metropolitana de Londres (MET), John Stevens, máxima autoridad policial del Reino Unido.

El comisario deberá determinar si el accidente, en el que también murió el conductor Henri Paul, fue fortuito o provocado, como opinan muchas personas en el país y el padre de Dodi, Mohamed al Fayed, que sostiene que la pareja fue asesinada en una conspiración.

Al Fayed, promotor de la primera investigación judicial del caso en el Reino Unido, la pospuesta ayer, reiteró a la prensa que su hijo y la princesa de Gales fueron víctimas de un «asesinato horrible», en el que supuestamente participaron miembros de la Corona.