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Unos 400 fieles, según los organizadores, se manifesaron ayer ante la Catedral barcelonesa para protestar por la reciente decisión del Vaticano de dividir la Diócesis de Barcelona en tres obispados, una medida que consideran que llevará a «una situación caótica de consecuencias imprevisibles».

Entienden estos cristianos que la Diócesis de Barcelona estaba necesitada de «un acercamiento del ministerio episcopal a los fieles de las diferentes zonas» pero, sin embargo, discuten las formas empleadas, más propias de «una relación entre señores y súbditos», al estilo de hace siglos.

Convocados por la Mesa de Entidades Católicas de Barcelona, esta plataforma, integrada por 38 organismos, entiende que la decisión unilateral del Vaticano revela «una intención de debilitar la Iglesia catalana y su cohesión» al imponer por encima de la pluralidad de sensibilidades y opciones «una visión uniformista que busca reforzar y centralizar el poder de la jerarquía».

Respecto al nombramiento de Jaume Pujol, perteneciente al Opus Dei, como nuevo arzobispo de Tarragona, los manifestantes no entienden que se haya elegido a un presbítero «sin experiencia pastoral para una diócesis tan importante». La razón de su elección, según estos cristianos, reside en «satisfacer una determinada cuota de poder de poderosos grupos eclesiásticos».

«Pedimos a los nuevos obispos que ejerzan su función como servicio y no como poder -han reclamado los convocantes en un comunicado-». «De su valentía, iniciativa y carisma depende que se pueda afrontar este proceso de división de forma pacífica, consensuada y eficaz pastoralmente», añade el comunicado.