La ceremonia de reapertura, prevista desde hace meses, coincidió
con el fuerte operativo policial que se ha desplegado en Nueva York
tras conocerse que Al Qaeda planeaba atentar nuevamente contra
objetivos financieros en esta ciudad estadounidense. «No vamos a
dejar que nos intimiden. Reabrir este monumento es otra forma de
enviar ese mensaje», aseguró el alcalde de la ciudad, Michael
Bloomberg.
La mayor seguridad se experimenta desde el mismo momento en que
el visitante llega al embarcadero del ferry que lo trasladará a la
Isla de la Libertad, pues allí debe traspasar máquinas detectoras
de metales y pasar sus bolsos por un escáner. La novedad, con todo,
está al llegar a la base de la estatua, donde hay instalados
portales detectores de explosivos que emplean una novedosa
tecnología: el visitante recibe «inyecciones» de aire, mientras
espera 15 segundos a que la luz roja se ponga verde.
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