En los planos cortos que ofreció la televisión se pudo ver al
Papa sentado, con la cabeza ligeramente inclinada hacia adelante y
gesto doliente, pese a lo cual permaneció junto a la ventana unos
diez minutos.
Con voz apenas perceptible y fatigada, el Pontífice pronunció
las breves palabras rituales de la bendición con la que finalizó el
rezo Angelus y un débil «gracias».
En la alocución previa, leída en su nombre por el Sustituto de
la Secretaria de Estado («número tres» del Vaticano), el arzobispo
argentino Leonardo Sandri, Juan Pablo II subrayó que «en medio de
los enfermos, a los que va mi saludo afectuoso, sigo sirviendo a la
Iglesia y a la Humanidad entera».
Tras su breve intervención, Karol Wojtyla permaneció aún en la
ventana del hospital, mientras le aplaudían centenares de fieles
congregados en el patio del Gemelli, entre ellos un grupo de
veinticuatro muchachos provenientes de la ciudad española de
Toledo, que fueron los más ruidosos.
Esos mismos aplausos se repitieron en la Plaza de San Pedro del
Vaticano, donde miles de personas se reunieron delante de dos
pantallas gigantes, convocados por la Conferencia Episcopal
italiana. El arzobispo Leonardo Sandri dio las gracias por el Papa
a todos «los que desde cualquier parte de la Tierra» se han
interesado estos días por su estado de salud y a los médicos,
enfermeras y personal sanitario que le asiste.
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