Sin poder en ningún caso hablar de mejoría, los tres médicos que
firmaron el parte quisieron corregir a los que decían que Rainiero
había entrado en coma al afirmar que «está consciente, pero
sedado», aunque admitieron que son esos sedantes los que le
permiten «soportar la asistencia respiratoria absolutamente
indispensable».
El estado de salud del decano de los jefes de Estado de Europa,
con más de 55 años en el poder, estuvo presente en las plegarias de
los fieles pero no alteraba en apariencia este domingo de Pascua,
uno de los de mayor afluencia de visitantes de todo el año a este
minúsculo Estado de dos centenares de hectáreas. Pero muchos
visitantes pasaban delante del Centro Cardio-Torácico donde el
soberano está ingresado desde el pasado día 7, en su trasiego desde
el Palacio y el puerto hacia el casino de Montecarlo. Para los
hijos y nietos de Rainiero, que se suceden para estar con él junto
a la cama del hospital, se celebró una misa en la capilla del
Palacio, cuyas riendas ha tenido que asumir ya de hecho el heredero
Alberto, pese a que no se ha activado el mecanismo de traspaso de
poderes.
Alberto, a sus 47 años, emerge una vez más en la escena política
-en esta ocasión parece ser la última y definitiva- bajo la estela
de un padre imponente al que no se ha enfrentado en la gestión del
país, dicen sus colaboradores, pero no por falta de ideas
propias.
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