Camilla Parker Bowles se casará mañana con el hombre de su vida, el
príncipe Carlos de Inglaterra, pero sin el cariño de los
británicos, quienes la responsabilizan del fracaso del primer
matrimonio de su prometido con lady Di. Pese a esa imagen de «mala
de la película», Camilla, de 57 años y divorciada, es, según sus
amigos, una mujer inteligente, con gran sentido del humor,
habilidosa con las relaciones sociales y tímida ante las
cámaras.
Desde el anuncio por sorpresa del enlace, Guillermo, de 22 años, y
Enrique, de 20, han demostrado un incondicional apoyo a la decisión
de su padre, que convertirá a Camilla en su madrastra.
Antes de convertirse en la prometida del heredero de la Corona
británica, la futura duquesa de Cornualles desempeñó durante 30
años el papel de amiga, amante y consejera y, tras la trágica
muerte de Diana de Gales, tuvo que afrontar la renuncia de los
británicos, devotos de la desaparecida princesa.
Nacida el 17 de julio de 1947 en Londres, fruto de la unión
entre Bruce y Rosalind Shand, Camilla pertenece a una familia
anglicana de la alta sociedad británica que se codea desde hace
años con la Familia Real inglesa.
Pese a haber copado las portadas de la prensa del corazón de
todo el mundo, poco se sabe de la personalidad de esta mujer de
corte elegante y aire intelectual, amante de la caza del zorro y de
los cigarrillos, aunque algunos aseguran que ha dejado ese
vicio.
Los hijos de Carlos de Inglaterra y Diana de Gales han aceptado
por completo el matrimonio de su padre y Camilla Parker Bowles,
hasta el punto de que el príncipe Guillermo será testigo de la boda
civil prevista para mañana en Windsor.
«Estoy muy feliz y muy contento, será un buen día», respondió el
primogénito de Carlos a los periodistas que le preguntaron por la
boda la semana pasada, cuando disfrutaba de unas vacaciones
familiares en la estación de esquí suiza de Klosters.
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