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VIVIANA GARCÍA-WINDSOR
El príncipe Carlos y su esposa, la duquesa de Cornualles, recibieron ayer la bendición del arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, en un oficio religioso sencillo y emotivo en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor. Frente a la reina Isabel II de Inglaterra, el duque de Edimburgo y unos 700 invitados, entre ellos familiares, amigos y miembros del mundo político británico, la pareja recibió la bendición después de reconocer sus pecados, pedir perdón a Dios y jurarse fidelidad.

Además, la contralto rusa Ekaterina Semenchuck, que vino especialmente para la boda, cantó la versión del Credo de la liturgia ortodoxa rusa de Aleksandr Gretchaninov (1864-1956), mientras se escuchó la cantanta «Nun komm, der Heiden Heiland» de Johann Sebastian Bach (1685-1750).

El primado de la Iglesia de Inglaterra rezó para que Carlos y Camilla sean fuertes en el amor, que Dios los defienda en todo momento y los guíe en el camino de la verdad y la paz.

Camilla eligió para esta ocasión un vestido largo azul plateado en seda con bordados dorados, de estilo algo medieval, que acompañó con un tocado de plumas y un ramo de lilas.

La ceremonia, prácticamente nupcial, estuvo acompañada por música de cámara a cargo de la Orquesta Filarmónica y el Coro de la Capilla, integrado por más de 20 niños del colegio de San Jorge, situado en terrenos del castillo.

Rowan Williams también bendijo los anillos de la pareja, fabricados con oro del País de Gales.

A la capilla de San Jorge, cuya construcción data de 1475, se la vio más imponente que nunca por el vistoso colorido de pamelas y plumas de las invitadas.

Adornada con flores de campo y banderas con escudos de armas, la capilla donde están enterrados diez monarcas británicos, entre ellos el padre de Isabel II, el rey Jorge VI, fue ayer testigo de un nuevo acontecimiento histórico en el Reino Unido.