Carteles como «Que Dios los bendiga», «Dios salve a la Reina»,
«El que no haya pecado que tire la primera piedra» o «Buena suerte
para los dos» colgaban de las vallas de contención instaladas por
las fuerzas del orden en las principales calles de Windsor.
Tampoco faltaron tiendas de campaña para protegerse del frío.
Niños con gorros azules, rojos y blancos poblaron las calles de
este pueblo, donde las tiendas, sin embargo, apenas colocaron fotos
de los novios en sus escaparates, pese a vivir del turismo que
genera el castillo.
Frente al calor y el ánimo popular, más de 700 invitados
vestidos con los mejores trajes aportaron color y «glamour» a la
capilla de San Jorge. Entre ellos estaban el primer ministro
británico, Tony Blair, su esposa Cherie y el líder de la oposición,
el conservador Michael Howard, además de figuras famosas del mundo
del espectáculo, como el cantante Phil Collins o el actor Rowan
Atkinson. Pero gran parte de la atención se la llevó un agente de
policía retirado, que llegó a Windsor con sombrero negro, chaleco y
pajarita con la bandera «Union Jack», chaqueta roja y botas negras
para dar su respaldo a los novios.
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