El príncipe Carlos de Inglaterra y su esposa, Camilla, a la salida del Ayuntamiento de Windsor, donde se casaron. Foto: TOBY MELVILLE/REUTERS

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VIVIANA GARCÍA-WINDSOR
El príncipe Carlos de Inglaterra y el amor de su vida, Camilla Parker Bowles, contrajeron ayer matrimonio en una discreta ceremonia civil en el ayuntamiento de Windsor, donde miles de personas desafiaron el frío para ver a la pareja real. En un ambiente festivo y en medio de fuertes medidas de seguridad, el heredero de la Corona británica y Camilla, que ahora ostenta el título nobiliario de duquesa de Cornualles y a quien ama desde hace treinta años, dijeron el «sí quiero» ante apenas una treintena de personas, entre las que no estaba la reina Isabel II ni su esposo. Sonriente, resplandeciente y ante la atenta mirada de británicos, fotógrafos y cámaras de televisión, Camilla lució un elegante gabán de seda en color perla sobre un vestido de gasa en igual tono, acompañado por una pamela a juego adornada con pequeñas plumas.

El príncipe, bronceado y al que se vio muy alegre, llevaba chaqué, una elección que distó mucho del uniforme militar que lució en su primera boda con Diana de Gales en 1981. Los novios llegaron al ayuntamiento en un lujoso Rolls Royce Phantom VI, que perteneció a la Reina Madre, pocos minutos después de que lo hicieran los invitados, entre ellos el príncipe Guillermo, hijo de Carlos, y Tom Parker Bowles, primogénito de Camilla, quienes fueron los testigos del enlace. Mientras la ceremonia civil, de unos veinte minutos, tenía lugar en el interior del ayuntamiento, en el exterior una banda de música compuesta por ocho adolescentes animaba al público con jazz y una versión moderna del concierto de Aranjuez.

La ceremonia estuvo a cargo de la superintendente del registro civil de Windsor, Clair Williams, en la sala «Ascot», que estuvo adornada con lilas procedentes de Highgrove, la residencia campestre del príncipe de Gales en Gloucestershire, oeste de Inglaterra. La pareja eligió lilas porque en este país simbolizan el retorno de la felicidad. «¡Viva Carlos!», «¡Camilla! o «Vivan los novios» fueron algunos de los gritos de la gente nada más salir Carlos y Camilla como marido y mujer y saludar discretamente antes de subir otra vez al Rolls-Royce para regresar al castillo de Windsor. Tras la ceremonia, los familiares de Carlos, entre ellos sus hijos -Guillermo y Enrique- y sus tres hermanos, los príncipes Andrés y Eduardo y la princesa Ana, subieron a un autocar para regresar al castillo, donde se celebró la bendición religiosa presidida por el arzobispo de Canterbury, Rowan Willams.