Los primeros monegascos acudieron ayer a visitar la capilla ardiente de Rainiero III.

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EFE-MÓNACO
Alberto II de Mónaco rompió el silencio que mantenía desde la muerte el pasado miércoles de su padre, Rainiero III, para pedir unidad a los monegascos, que comenzaron a visitar la capilla ardiente del soberano fallecido.

La intervención de Su Alteza Serenísima coincide con la apertura de la capilla ardiente de Rainiero a los aproximadamente 6.000 monegascos y otros 26.000 residentes del Principado.

«Todos nosotros estamos huérfanos de ese gran hombre, y la profunda tristeza y el duelo que sentimos aproxima nuestros corazones y debe soldar, más que nunca, a nuestra comunidad», aseguró Alberto en un mensaje televisado dirigido a sus compatriotas.

Visiblemente emocionado, el nuevo soberano glosó la figura de su padre, del que dijo que fue «un ejemplo de príncipe totalmente identificado con su alta misión y que sólo vivió para ella».

«Cada uno conoce las realizaciones de este reinado fuera de lo común, que ha visto nacer y florecer el desarrollo excepcional de nuestro país», indicó Alberto, el primero de los Grimaldi que aparece en público desde el deceso del príncipe, cuyos funerales nacionales tendrán lugar el próximo viernes.

Alberto había tomado las riendas del Principado el pasado día 31, cuando ante el «impedimento» de su padre asumió la regencia del micro-país mediterráneo.

«Mis hermanas y yo mismo guardamos en nuestros corazones el recuerdo de un padre bienintencionado, profundamente unido a su familia», afirmó Alberto.

Cientos de personas acudieron a la capilla del Palacio para inclinarse ante los restos mortales de quien había sido su soberano desde 1949. Hoy lunes, sólo acogerá a los miembros de la administración de Mónaco y al cuerpo diplomático, antes de volver a abrirse a los monegascos y residentes el martes y el miércoles.

Antes de su apertura al público, la capilla ardiente recibió la visita de varios tenistas que se encuentran en el Principado para participar a partir de hoy en el torneo de Montecarlo.

El español Juan Carlos Ferrero, ganador en la tierra batida de Montecarlo en 2002 y 2003, fue uno de los jugadores que acudió al palacio, además de otros cuatro tenistas que tienen fijada su residencia en el Principado: el ruso Marat Safin, los suecos Joachim y Thomas Johansson, y el croata Mario Ancic. Terminada esta visita, los primeros monegascos que tuvieron acceso a la capilla ardiente fueron trabajadores y ex trabajadores del Palacio, así como los carabineros, en activo o retirados, que constituyeron un primer contingente de unas 200 personas.