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Los cardenales celebraron ayer la undécima Congregación general, de preparación del cónclave que comenzará este lunes, en la que volvieron a analizar la situación de la Iglesia y del mundo.

De momento, se desconoce el método que se usará para que la «fumata blanca» sea de verdad blanca y no ocurra como cuando la elección de Juan Pablo I, en 1978, que humo que salió era de color gris. El Vaticano se ha comprometido a que en esta ocasión el humo será blanco, blanco, y que para que no queden dudas de que ya hay Papa nuevo repicaran las campanas de la basílica de San Pedro.

Paralelamente, el Vaticano comenzó con las premisas de cara a la elección del nuevo Pontífice colocando en el techo de la Capilla Sixtina la chimenea por la que saldrá la fumata blanca y se difundió un mensaje que el fallecido Juan Pablo II escribió dos días antes de que le fuera practicada la traqueotomía.

La chimenea fue colocada en el techo de la Capilla Sixtina, donde se celebrará el cónclave que elegirá al sucesor de Juan Pablo II y por la que saldrá la «fumata blanca», que indica que ya hay Papa, y las eventuales fumatas negras. Tras colocarla, los técnicos vaticanas realizaron varias pruebas, para ver si salía bien el humo y, para que no hubiera equívocos, se evitó que su color fuera negro o blanco. La chimenea ha sido unida a la estufa, de estilo antiguo, que ha sido colocada en el interior de la Sixtina, en la que se quemarán las papeletas de las votaciones para elegir al próximo Papa. La estufa tiene una altura de un metro y dos pequeñas puertas. En su interior, la zona de quemar tiene una bandeja. Una rejilla en su parte lateral permite la entrada del aire.

El Vaticano hizo público el Mensaje que Juan Pablo II escribió con motivo de la Jornada Misionera Mundial, que tiene fecha 22 de febrero -dos días antes de que le fuera practicada la traqueotomía- y que él mismo pidió que se difundiera ayer. Tiene como título «Misión, pan partido para el mundo» y en él el Pontífice escribió que la sociedad actual está turbada por acontecimientos dramáticos y que sólo Jesús puede saciar la sed de justicia de los hombres.

Refiriéndose a los misioneros, dijo que son «pan partido para la vida del mundo» y que en nombre de Cristo «acuden a tantas partes del mundo para anunciar y ser testigos del Evangelio». Los misioneros -precisó- hacen resonar con su acción las palabras del Redentor.